Es el día 55 y, aunque planeaba escribir antes, esta semana ha estado bastante ocupada pero también exitosa. Creo que me merezco aplausos y un helado, por si alguien me quiere invitar. O tal vez una malteada... Tengo antojo de una desde hace tiempo, pero volvamos a lo que importa.
Día 42.
Cuando salí de mi casa en la mañana, el aire casi me vuela de no ser por la mochilota que llevaba, y luego empezó a tormentar, se quitó, y después otra vez; hasta que por fin llegué a la escuela. Resultó que el gobierno había puesto alerta de clima para el fin de semana, así que se canceló el campamento. Me dio mucha lástima (de verdad, aha), pero qué se le puede hacer. Sentí que caminar a la escuela y de regreso ya fue suficiente para mí, pero si me quedaron sentimientos encontrados. La verdad no estaba segura de ir, porque sabía que no iba a aguantar caminar tanto con la mochila tan pesada; pero por otro lado, ya estaba mentalizada para ir, y si me dolió que se cancelara. Además de la payasada que fue hacernos ir hasta la escuela (casi 30 minutos de caminata) para decir que siempre ya no; gracias.
Fuera del tema, quería hablar sobre mis amigos coreanos. Está bien que se sientan más cómodos hablando coreano pero ya están pasando la línea de groseros porque cuando alguien más, sea quien sea, habla con ellos, no le contestan y solo hablan coreano entre ellos. O sea, alguien más está tratando de tener una conversación y ellos lo ignoran bien fácil. Y no está cool.
Día 43.
Oficialmente mi primer “lazy day” completo. Con la comida que compré para el campamento, no tuve necesidad de salir a comprar algo de lunch y me pude quedar en pijama todo el día, por primera vez desde que estoy aquí.
Pero lo mejor del día definitivamente fue la cara de mi homie de Chipre cuando aparecí en la cocina para desayunar. Me dijo “¿que no ibas a acampar?” Y pues no. Después de eso, mientras ponía mi pan en el tostador, tiró su café que recién había preparado y yo casi lloro por él. Se mojó toda su silla y su lugar en la mesa, y ya no se preparó otro. Definitivamente una mala señal para empezar el día.
Finalmente, llegó un nuevo estudiante desde Arabia Saudita, que ya había estado en la casa antes. Está en una escuela diferente a todos los demás, y todavía no entiendo bien cómo fue que “rentó” la casa pero bueno; bienvenido sea.
Día 44.
Fui de compras al centro comercial porque I’m so fancy, pero lo más interesante fue tomar el camión. Por más pena que me de hablar con extraños, ya se me hizo el hábito de decirle gracias a los choferes del camión. Por cierto, eso es algo normal aquí: agradecer cuando te bajas. Además ya le agarré la onda a hacerles la parada, el tipo de boleto, y la ruta. Lo que todavía me da pena es que los coches me dejen pasar. Estoy mas acostumbrada a esperar a que pasen y aventarme a la calle; no a que se esperen y luego tener que dar las gracias con la mano, qué pena.
Entre otras cosas, está extraño vivir con puros hombres. En la cena tuvimos proporción de 5 a 1, y no se siente bien. Necesito poder femenino, ese que ni yo tengo. Pero es comprensible, después de toda mi vida conviviendo con mi mamá, y viendo a mi papá solo en las noches, fines de semana, y vacaciones. Y también está difícil quitarse la costumbre después de 18 años.
Día 45.
Decidí aventurarme a la tienda de una libra, o sea Pound Land. Todavía se me hace raro porque había escuchado “Dollar store” en Estados Unidos y Canadá, pero hay que recordar la diferencia de divisas; así que Pound Land. La buena noticia es que POR FIN encontré la versión de Nutella pero de la marca Cadbury y es HERMOSA. Ya la había probado antes y sabía que era difícil de encontrar, así que tenerla en mi poder ahora es todo un acontecimiento.
Y la otra cosa que hizo de este día algo muy bueno: hablé con un chico francés. Supongo que era francés porque tenía el acento muy, MUY marcado, aunque me quedé con ganas de preguntarle. Estábamos en Subway y en lo que me atendían, me preguntó que si “6 pulgadas” era el sándwich chico o grande y le dije que era el chico (como si yo supiera tanto). Me pasé todo el tiempo mientras ordenaba pensando en sacar conversación pero justo cuando le iba a preguntar si era de otro lado, se fue al baño. Pagué y mientras me servía mi refresco, salió y se fue; y perdí mi oportunidad. Va a estar complicado volverlo a encontrar, pero al menos me alegró el día.
Este fue un post algo corto a comparación de lo normal, pero quiero dedicar el siguiente a mi escapada de dos días a Londres, así que prometo que valdrá la pena. Aunque no se bien cuando lo vaya a escribir, porque digamos que estoy un poco, algo, muy, bastante ocupada. Pero sí fue muy divertido. Ya verán. Además, como es noviembre, tocó actualizar los detalles del blog, por si no lo han notado: nótenlo.