¡Hola! Este es el inicio de mi nueva serie de posts ahora que voy a empezar a estudiar mi licenciatura en una universidad en el Reino Unido.
Antes que nada, y escribiendo esto aún medio alucinando por falta de sueño, voy a contar cómo fue llegar hasta la ciudad en la que voy a vivir los próximos 3 años: Sheffield. Espero que entiendan si es que lo que escriba no necesariamente tiene sentido. Pero comencemos.
Mi vuelo de la Ciudad de México salió alrededor de las 9 y media de la mañana. Para esto, tenía que estar 3 horas antes en el aeropuerto; primero, por presión de mis papás; y segundo, por el tránsito de la CDMX que no te deja llegar a ningún lado si nos sales a tu destino por lo menos 2 horas antes. Puse mi despertador a las 5 de la mañana, e incluso puse 3 alarmas (1. Deshonor a ti. 2. Deshonor a tu familia. 3. ¡Deshonor a tu vaca! LOL) por si acaso no me llegaba a despertar. Spoiler: ni siquiera las necesité. Por pura ansiedad, me desperté a las 4:45, con ganas de estrujar mi cerebro por no dejarme dormir a gusto. Así fue como desperté esa linda madrugada.
A las 5 y media, si no es que antes, salí con mis papás y mis súper maletas en dirección al aeropuerto, y llegamos poco antes de las 6. El problema, y lo que dio razón para decir "qué bueno que salimos antes, si no no hubiéramos llegado a tiempo" (no de mi parte, claro) fue que nos tardamos toda una hora en documentar las maletas. Digo nos tardamos porque mi papá me fue ayudando con las maletas hasta que no tuve que hacerlo yo solita, como la mujer fuerte e independiente que soy, he.
En fin, media hora de fila y media hora con la señorita que le dio vueltas y vueltas a mi pasaporte y visas, hasta que finalmente nos dijo que podían pasar las dos maletas de 21kg y 18kg respectivamente; que ya habíamos pagado por adelantado pero todavía nos daba nervios que no hubiera pasado el pago.
Luego de media hora de desayuno (de unos chilaquiles bien picosos para que el sabor se me quede por los siguientes meses) pasó la media hora de despedidas. Y no solamente estoy diciendo "media hora" porque sí, realmente el tiempo se fue en medias horas. Bueno, cerca de las 8 de la mañana ya había pasado por la seguridad con mi mochila de casi 8kg al hombro. Y ahí fui, yo solita, con look todo aventurero, a la sala de abordar para ir a mi primer destino: Orlando, Florida.
Casi tres horas más tarde, aterricé en Estados Unidos y casi pasé como por mi casa hasta que el policía de migración se entretuvo con una señorita que llevaba su uniforme de sobrecargo puesto pero al parecer no estaba trabajando. Luego, una vez que recogí mi equipaje, lo tuve que pasar por revisión con mucho trabajo para subir mis maletas al escaner o lo que sea.
Casi tres horas más tarde, aterricé en Estados Unidos y casi pasé como por mi casa hasta que el policía de migración se entretuvo con una señorita que llevaba su uniforme de sobrecargo puesto pero al parecer no estaba trabajando. Luego, una vez que recogí mi equipaje, lo tuve que pasar por revisión con mucho trabajo para subir mis maletas al escaner o lo que sea.
Tristemente no pude ir a Disney, aunque sí quería pero realmente era imposible. Así que solamente corrí alrededor del aeropuerto jalando y empujando mis dos maletotas; o sea, empujando una y jalando otra. Ni siquiera pude ver las tiendas de recuerditos a gusto nada más por el susto que traía de no llegar a tiempo. No sé porqué venía (y todavía sigo) tan nerviosa, temblorosa, ansiosa, y asustada; pero espero que se me quite con un buen descanso. Siguiendo con las aventuras, tenía que llegar rápido porque todavía no había pagado las dos maletas que tenía que documentar, porque mi vuelo fue en aerolíneas tan patito y tan baratas que ni siquiera incluían maletas más que de mano. El chiste salió en $100 dólares en la aerolínea en la que viajé a Londres, y eso que al parecer le caí bien al señor que me atendió y solamente me cobró por una maleta. Y me dio su tarjeta por si alguna vez necesito un maquillista en Orlando. Por cierto, casi entro en pánico porque para llegar a las terminales del aeropuerto había que tomar un "shuttle" (camioncito) y luego no llegaba... Y pues sí.
Después de documentar, y ya sin tanta prisa, fui a pararme a la fila para pasar por la seguridad por como media hora o más. Cuando estaba en la fila vi a varias personas usando sandalias, mientras que yo llevaba botas. Al principio pensé que era buena idea considerando que normalmente te tienes que quitar los zapatos para pasar por el detector de metal, pero ya que me acerqué más a la fila, agradecí llevar calcetas porque QUÉ ASCO. No me imagino cuantas personas caminan descalzas por ahí todos los días pero, ¿sin calcetas? Ugh. Pero bueno, americanos.
Pasando esos extraños momentos, y después de regresar todo mi equipaje a su lugar, pasé a comprar mi comida-cena del día y una botana; un sándwich y unos twizzlers, porque esos no se encuentran en Inglaterra. Luego solo quedó esperar para abordar el siguiente vuelo.
Sorprendentemente, me tocó un muy buen avión. Ya que era una aerolínea de bajo costo, realmente esperaba un avión como el que me tocó la vez pasada cuando regresé a mi país, que lo único que tenía para entretenimiento era entrada USB para cargar el celular. Eso para 8 horas de vuelo. Pero esta vez sí había pantallas en los asientos, muy buenas opciones de películas y juegos; aunque no incluía comida ni nada de servicio. Además creo que ha sido el avión más grande en el que he viajado, porque tenía 9 asientos en cada fila. Lo malo: estaba casi hasta atrás, en la fila 39 de 42. Lo peor: apenas me dormí como media hora en TODO el vuelo, o sea que no sé cómo fue que llegué viva. Lo bueno: estaba en la fila de en medio, en una orilla, y nadie llegó a sentarse a lado de mí; siempre se agradece un poco de espacio extra.
Llegué casi a las 5:30 de la mañana al aeropuerto de Londres, Gatwick, y ahora ya conozco todos los aeropuertos excepto por London City. De nuevo a salir corriendo, pasé por migración estrenando mi visa y sin preguntas ni nada, como por mi casita. Recogí mis maletotas y me preparé para la siguiente parte del viaje. Necesitaba tomar un tren desde el aeropuerto hasta la estación central, St. Pancras; y había comprado el boleto por internet pero cometí un pequeño error. Se supone que tienes que llevar la tarjeta con la que compraste el boleto para poder recogerlo, pero se nos olvidó a mi papá y a mí ese pequeño detalle al comprar el boleto y utilicé su tarjeta. En conclusión, tuve que comprar dos boletos porque justo cuando iba a ver si de casualidad podían darme el boleto pre-pagado mis papás se quedaron dormidos (era media noche en México) y no pudieron darme el número de la tarjeta. Me enojé bastante en el momento porque después de la espera por alguna respuesta, terminé perdiendo el tren en el que planeaba irme y tuve que esperar al siguiente, con el peligro de llegar demasiado tarde para tomar el otro tren que tenía que tomar y para el cual sí pude descargar el boleto en mi teléfono.
Así que, doble boleto y media hora más tarde de lo que esperaba, me dirigí hacia el centro de Londres. Al menos alcancé a comprar un yogurt con cereal y jugo de naranja para desayunar.
Los trenes aquí hacen paradas como de metro, así que el tren se fue deteniendo demasiado seguido para mi ansiedad, y además se atrasó un poco ya que estaba más cerca del centro de la ciudad. El otro problema fue que no tenía la confianza de dejar mis maletas fuera de mi vista, y el vagón tenía espacio para maletas grandes pero muy separados, y solamente cabía una en cada espacio. Por lo tanto, fui medio obstruyendo el pasillo, pero con cara de disculpa para todos los que pasaban por ahí. Los que me vieron llegar a St. Pancras entendieron mi dilema, pero pediré una disculpa al aire para cualquiera al que haya estorbado. Perdón.
Para seguir con el susto, llegué a la estación como 10 minutos antes de que saliera mi tren a Sheffield. Salí corriendo por las escaleras eléctricas porque no tenía tiempo de esperar a los elevadores, y con trabajos pude pasar las maletas entre toda la gente, pero llegué 3 minutos antes del supuesto horario a la zona de trenes a la que debía ir, justo a tiempo para descubrir que el tren se había retrasado casi 20 minutos.
Sudando y apenas respirando, me tiré de rodillas para descansar tantito, y luego de recuperarme, me quité del paso y me paré a un lado para esperar al tren. Casi me muero del susto de no llegar a tiempo, pero preferible tener que correr y llegar con anticipación a no llegar. Como 3 minutos antes de que saliera el tren, anunciaron el andén y todos los que estaban parados en esa zona de la estación avanzaron hacia el tren; se vio muy divertido todos corriendo. Ahí fui con mis maletotas y las boté en el espacio para maletas. Luego busqué mi asiento y me acomodé para las últimas 2 horas de el viaje tan largo que me aventé ese día.
Desayuné y al parecer me dormí como medio viaje, que no sirvió de mucho pero cerré los ojos un rato. El tren también hizo paradas, pero solamente 2, y alrededor de las 10:30 finalmente llegué a la estación de Sheffield. Un señor me tuvo que ayudar a bajar una de mis maletas porque las había dejado acostadas (porque no cabían) y en lo que detenía una no pude agarrar la otra. Creo que esa fue la única ayuda que tuve con mis maletas, fuera de mis papás y del taxista. Ahora voy a esa parte.
Claramente no iba a caminar ni a tomar el transporte público hasta los dormitorios de la universidad, así que me fui en taxi desde la estación. No sé cómo fue que me entendió, pero me dejó justo en la calle que necesitaba. Y así fue como llegué hasta mi habitación temporal para la semana de Orientación especial para estudiantes internacionales. Recogí mi llave y me guiaron hasta mi habitación, y luego me tiré en la cama para tomar una pequeña siesta antes de unirme a las actividades de bienvenida. También planeaba bañarme, pero no le entendí a la regadera y no logré que saliera el agua. Ya en la tarde reporté que no salía agua de la regadera y fueron a "repararla" pero resultó que simplemente no supe abrirla. Aún así, agradezco la ayuda. Seguía bastante perdida.
Fui un rato a la universidad, pero no estaba en condiciones de hacer nada correctamente, así que solo registré mi llegada y fui a una plática sobre trabajar en el Reino Unido; y luego me regresé a los dormitorios para escribir y desahogarme, y si podía, dormir un poco y recuperar algo de cordura y lucidez.
Así fue como llegué a la ciudad que será mi hogar por los próximos años. Fue una llegada algo accidentada y muy cansada, pero todo salió bien al final. Esto empecé a escribirlo el día que llegué, y ya han pasado algunos días, pero apenas logré tomarme un tiempo para sentarme, inspirarme, instalarme, y descansar. Próximamente contaré un poco más sobre estos primeros días y todo lo que ha pasado hasta ahora, pero estas dos semanas siguientes van a ser de locura, así que no prometo nada. Por cierto, no he tomado ni una foto de absolutamente nada en la ciudad, por lo tanto no habrá imagen de portada hasta nuevo aviso. ¡Hasta luego y deséenme suerte!